Me dio por pensar ,leyendo una bonita fábula que recrea los éxitos del amor, sobre el romanticismo y la terquedad, así juntas estas dos palabras que en principio no tendrían nada que ver. Dice mi amiga que la gran virtud del ser humano es ver donde no hay, quizás yo no utilizaría la palabra virtud sino la palabra esperanza. Lo diría así : la gran esperanza para el ser humano es ver donde no hay” Sólo así podemos explicarnos muchas historias de supervivencia y de superación que de otra manera sería impensable comprenderlas. Ver donde no hay es lo que nos permite no morirnos en el desierto, no morirnos durante años en un cautiverio, no morirnos de tristeza ante la amenaza de la muerte que acecha tras una enfermedad incurable. Pero hablando del amor, ver donde no hay no es una esperanza, es la ceguera del que ama, del que loco de amor, idealiza al ser amado en su subconsciente y se monta una película en la que se imagina que su amor es correspondido porque su objeto amado sorbe los mocos o lleva una chaqueta roja. La ceguera es lo que tiene, que confunde las cosas. Y esa ceguera inducida por las endorfinas se traduce en una insistencia inútil –la mayor parte de las veces- en obtener el objeto de nuestro deseo y vivir con el una aventura amorosa que rebase los límites de cualquier capacidad humana. Nos convertimos en acosadores, que convencidos de que el otro es tímido o le falta algo de empuje, acabamos por dar muestras más que lamentables de una terquedad fuera de lo común. Ver donde no hay es paranoia y hacer de nuestras visiones el motor de nuestros actos no se si es torpeza o simplemente hacer el ridículo. En todo caso, ¿quién no hizo nunca el más espantoso de los ridículos por amor? Claro que luego está la otra parte de la historia, si “quien la sigue la consigue” podría ser que de tanto insistir con la terquedad como arma arrojadiza, conseguimos por fin enamorar a ese hombre/mujer que tanto nos atrae, ¿habremos conseguido enamorar al verdadero objeto de nuestro amor, o por la contra descubriremos que ese ser que nos quiere, y por cuyo amor suspirábamos en nada se parece al príncipe azul que imaginábamos y que tan felizmente idealizado vivía sólo en nuestra cabeza?
2 comentarios:
Hola reina. Sí, ...la terquedad en algunos momentos parece ser sinónimo de esperanza. El motivo por el que no rendirnos, aunque a veces nos estrellemos contra el suelo y nos quedemos con un sabor a ridículo, difícil de olvidar.Le he dado un final feliz porque solo cuando escribo puedo decidir cómo termina la historia. Me ha pasado la vida viendo ardillas donde solamente había ranas. Y esta vez será posible? todavía no tengo claro si mi rana es ardilla, o es rana, o es algo...
o será que somos mucha ardilla para tan poca rana?? jejeje
A ver si el miércoles escuchamos el croar de la rana (J...)que hace mucho que no sabemos nada, no?...ay, por Dios, por qué me seguirá gustando ese chico para ti??
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