Debería tener fe
en mis instintos
que nunca me
fallaron a lo largo
de los tiempos.
Las personas
tienen sus limites,
sus contradicciones,
sus vanidades
a flor de piel
entorpeciendo
sus destinos.
Pero no debo
dejarme intimidar
por los falsos
héroes novelescos
que apuran
el momento justo
antes de las armas.
Esta vez no,
aún no estoy
vencida definitivamente.
Es mejor descifrar
los laberintos
de aquellos dioses
de la infancia
y dormir entre cartones
antes de nuestra
inevitable despedida.
No estaba en
nuestros planes
rendirnos al tiempo
de las edificaciones
de acero y cemento,
al barro derretido
de los veranos
excesivamente secos.
a las inclemencias
en general,
de nuestras raíces.
Pero crucé el abismo
sin volver la cabeza
a tus ojos,
a destiempo
Vi luz en la ventana
de mi enemigo.
Por una vez
no tuve miedo,
no cerré los ojos,
no inventé
una oración
a la desesperada.
Ahora camino
sola en la noche
infinita de
las constelaciones.
Sin rumbo.
Carta blanca
para el futuro,
y ceguera involuntaria
para sobrevivir.
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