Pues si, nuestros políticos están convirtiendo esta precampaña en un auténtico mercadillo, donde cada uno ofrece más por menos, y la lucha entre los dos grandes candidatos se vuelve una lucha de cifras, en la mayoría de los casos indescifrable para el común de los mortales. Por supuesto que a mi quién más me conmueve con sus propuestas es mi bienquerido Mariano, que está que se sale. Miguel Anxo Murado hacía hoy una apreciación muy interesante en la Voz de Galicia sobre el tipo de campaña que está llevando a cabo el PP, decía que Rajoy inventó el termino “sensacionalismo electoral”, esto es, según palabras de Murado, ir sacando los temas según van saliendo en el telediario, sin pensarlos más de medio minuto. Así podemos explicarnos promesas electorales tan dispares y surrealistas como la de plantar quinientos millones de árboles, exigir un contrato de integración a los inmigrantes, prohibir el velo en los colegios y rebajar la edad penal hasta los doce años.
Así, con estas medidas, el PP pretende radicalizar todas sus posturas en relación con todos los temas que cada día salen a la palestra de una manera brutal en los informativos. Que sale un delito cometido por adolescentes rumanos, pues contraatacamos con medidas de seguridad que pasan por meter en la cárcel a niños de doce años. Que hay listas de espera en los hospitales públicos, pues, culpamos a los inmigrantes, y ofrecemos medidas de integración que rozan lo absurdo.
Claro que la medida que más me llama la atención es la de prometer sanidad dental gratuita para todos. Es una buena medida, socialdemócrata y necesaria, pero el compromiso de Rajoy con esta medida tiene un plazo de ocho años. La promesa electoral no se llevaría a cabo en la próxima legislatura, por lo tanto, tendría que ganar el PP también las siguientes elecciones, para poder cumplir el programa electoral del 9 de marzo.
De los árboles ni hablo, porque me surgen muchas dudas y no se por dónde empezar. ¿Qué clase de árboles? ¿ dónde?, ¿ para qué? ...
En fin, que me quedo con el término acuñado por Murado para definir lo que Mariano está haciendo, y es que quizás él mejor que nadie sabe que aquellos que votan con la cabeza, no harán caso de sus propuestas, ni tampoco los que votan con el corazón, que ya tienen decidido su voto de antemano. Su discurso va dirigido –tal y como me dijo ayer un amigo mío, y gran analista político- a los que votan con el hígado.
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