Estamos en plena campaña electoral, y los programas de todos los candidatos están ya sobre la mesa. Desgraciadamente en España nos estamos quedando con un bipartidismo que nada favorece a nuestra democracia, en el que las ideas y principios de cada uno de los líderes son absolutamente opuestas a las del contrario. Rajoy ha decidido convertirse a poco menos de un mes para las elecciones en un auténtico reaccionario que pretende hacer una reducción de los derechos adquiridos, no sólo durante los últimos cuatro años de gobierno socialista, si no también de los derechos adquiridos en la etapa de Aznar. Sus promesas electorales no dejan de sorprenderme , sobre todo cuando se le llena la boca con la palabra consenso cuando durante toda la legislatura hemos visto su poca predisposición para cualquier tipo de diálogo.
Pretende suprimir el velo a las niñas musulmanas en los colegios, en defensa -dice- de la igualdad entre hombres y mujeres. Promete reducir la edad penal a los 12 años. Promete la integración de inmigrantes mediante la firma de un contrato totalmente abusivo. Son sólo algunos ejemplos de la postura hacia lo más extremo de la derecha a la que tiende Mariano Rajoy.
Una sociedad no se hace más libre ni más igualitaria con leyes que suprimen los derechos y limitan al máximo la libertad de los individuos. Una sociedad que envia a la cárcel a un niño de 12 años es una sociedad que falla, pero que no progresa.
Supongo que la España que el PP echa de menos, la que quiere instaurar si gana las elecciones, es la que dibujó claramente Arias Cañete con pinceladas nostálgicas al hablar de los camareros de antaño. No nos equivoquemos, esa es la derecha que se presenta el 9 de marzo a las elecciones, una derecha más clasista y conservadora que nunca, que no duda en decir abiertamente que son los inmigrantes los que colapsan las urgencias.
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