Teño un amigo, bueno, non exactamente un amigo, un "algo" , non sei, alguén que se enquistou no meu panorama particular para amolarme a existencia, ao que de cando en vez lle envío por email un poema. Si, tódolos meses con puntualidade relixiosa, e algunha que outra vez que se me antoxa e ando algo inspirada. El nunca agradece os meus poemas, a verdade é que non agradece nada, pero eu sigo, non sei si por costume, por rutina ou por amor, co meu ritual , co meu poemario mes a mes, como unha cita inexcusable. Hoxe quixen rescatar un deses poemas que lle envio, que escribo casi sin pensar, directamente no correo electrónico, como quen escribe un saúdo por email a calquera. Quizais está xa ben de compartilos só con él, él que non sabe apreciar nada.
septiembre
tiene ese algo de vuelta a la vida
después de lo que cada uno pudo
construír en verano...
Otros disecaron las horas
o murieron en un intento vano
de espectativas y posibilidades.
Recordé otros septiembres,
tristes algunos, soleados otros...
siempre cortos, siempre inolvidables.
¿Alguna vez te enamoraste en septiembre?
Es el final de algo, y los principios no cuadran,
no sabes cómo colocar el corazón en su sitio,
no sabes dónde guardar los recuerdos
de agosto ni en qué rutinas encajar
las sonrisas cómplices primeras...
¿Y los primeros besos...?
Ya no es un amor de verano, ni de invierno...
Sólo septiembre puede cobijarlo
y darle un nombre, y confeccionar
la nostalgia que corresponda
cuando todo se culmine.
Pero si nada sucede,
las horas son de un color anaranjado
y las calles se llenan de gentes
con síndromes extraños,
que buscan entre los restos
de todos los septiembres de su vida...
Unos recuerdan el mar, la playa, las vacaciones ...
Otros piensan en la nieve, en la lluvia, en la hojas
secas de los árboles cayendo sobre los caminos...
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