10 noviembre, 2008

Efímero

Estoy sentada frente una taza de café, consciente de que asisto a un acontecimiento histórico, y sin embargo no siento nada diferente. Por primera vez un negro se sienta en el trono del mundo, y yo no me paro demasiado a pensar lo que eso significa , el momento en el que nos encontramos y lo que supondrá para el futuro, tan sólo dejo que el tiempo transcurra, como si se tratase de un paseo por un túnel infinito que conduce a la nada. El mundo es inmenso y a la vez minúsculo desde este cuarto. Existen demasiadas cosas que jamás podré alcanzar y las que si están a mi alcance se me antojan irrelevantes.
Hoy estoy un poco muerta por dentro, como si se me estuviesen secando poco a poco las entrañas. Me falta aire, vida, emoción. El recuerdo del tacto de una barriguita discreta y tierna se quedó grabado en mi mano, y todavía me quema. Se que estoy todavía viva porque se que hay cosas que no podré tener nunca. Es dificil de entender, la gran contradicción de nuestro tiempo, supongo, lo que anhelamos es lo que nos mantiene incansables y desafiantes ante el porvenir, y sin embargo, es al mismo tiempo lo que nos derrota por momentos.
Me gustaría tener algo más que el tacto de su piel efímero, casi robado, en la palma de las manos. Me gustaría conservar alguna palabra que fuese sólo mía, algún poema, alguna sonrisa...Pero tengo que conformarme con ese segundo, con esa caricia de mi mano en su vientre , en su ombligo, y no volverme loca en este instante preciso en que todo él se me viene a la memoria como una convulsión.
El mundo hace historia, y yo, lamento mi suerte vertiendo palabras al aire que no va a recibirlas ni entenderlas el hombre al que van dirigidas. Y entre tanto, Palandria permanece imperturbable, firme , como un territorio inexplorado, sin rey, sin súbdito.Quizás el podría devolverle su explendor, hacerla resurgir convirtiéndose en un rey a la altura de mis sueños infantiles. Al menos esa fantasía consigue hacerme sonreir.

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