18 septiembre, 2008

"Cuando los cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos a otros: "la hermosa ciudad, la hermosísima ciudad". Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos,y así es como viajan los cronopios." Historias de Cronopios y de Famas. Julio Cortázar.
En la playa a finales de septiembre. El sol último de la tarde , cuando aún no son las 7 me indica que termina el verano. Es como si no hubiese empezado todavía y ya da sin embargo sus últimos latidos. Irónicamente me pongo morena al final de septiembre, cuando ya no sirve de nada, cuando sólo me aguarda el frío al otro lado.
Desde la otra punta de mi vida recibo una noticia, Julito aprobó el examen y en un sms me dice que su vida dará otro giro. Desconozco los giros que marcaron su destino, que hicieron que nunca se cruzase con el mío. Desconozco que será de él ahora, si volveremos a vernos...Pero le percibo ya con cierta melancolía, melancolía por lo que pudo ser y no fue, por todas las cosas que nunca compartimos.
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Los cronopios dejan los recuerdos sueltos por la casa , entre alegres gritos. Entre muchas otras cosas aprendí lo que son los cronopios y los famas de Cortazar. Podía haber sido en cualquier sitio, pero fue aqui , en la Costa del Sol, donde descubrí a estos seres verdes y húmedos, tibios y desordenados. También aquí supe del embarazo de una amiga y de otras muchas cosas que también tendrán consecuencias en mi destino.
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Tatuaje , duración 15 días, 5 euros. Esto es la Costa del Sol y cualquier cosa sirve para hacer negocio. Negocian con nuestras almas de turistas, nos venden todo lo invendible, lo inútil, sobre todo bajo la lluvia. Y nosotros picamos porque estamos en el final del verano y en el final de nuestros sueños. Hay un hueco destinado a la nostalgia, y otro puesto en la ansiedad que provoca el inmediato futuro. Me siento incapaz para el amor. Estoy muy lejos de casa y sin embargo nada me parece demasiado distinto. El mismo vértigo azul ante el porvenir.

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