18 enero, 2011

Supongo que no puedo negar la evidencia, algo de daño me hace el ver nada más abrir el facebook la fotito minúscula de su perfil que me indica que está disponible. Disponible antes significaba que yo (o él) le decía hola toda salerosa y nos poníamos a parrafar un rato sobre lo divino y lo humano, sobre lo todo lo intrascendente de la jornada, en tono de humor y optimismo. A veces servía para darnos ánimos o felicitarnos por algún que otro éxito, para pasar después, con el teclado cansado y el ordenador colgado a continuar la conversación por el móvil.
Ahora disponible es un estado más de uno de mis amigos del facebook que no me influye para nada, no va a haber saludo por mi parte y tampoco por la suya, y lo único que supone ese "disponible" es una tortura cruel que me recuerda a cada instante que en algún momento cometí algún error y que no me fué perdonado.
Terminar con este dolor que me atraviesa desde la pantalla del ordenador no conlleva un gran esfuerzo ni hace falta estrujar mucho los sesos, bastaría desagregarlo en un simple toque sobre la pestaña eliminar, pulsar con el dedo con contundencia sobre el enter y olvidar para siempre la foto minúscula de su perfil y las palabras horribles que me dijo en su día y se me quedaron grabadas a fuego en mi memoria. Pero la esperanza -pequeña, diminuta- que todavía albergo de que suceda algo que nos devuelva al mismo punto en que todavía no había pasado nada, todavía no habíamos gritado, ni peleado ni me había desprecidado hasta el infinito,me impide tomar esa determinación y aguantar día tras día la tortura de su estado disponible, a la espera de que algún día podamos volver , no digo ya a la complicidad o al cariño de entonces, pero sí a un camino de reconstrucción en el que tenga cabida de nuevo nuestra amistad.

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