26 enero, 2008

Las relaciones entre hombres y mujeres son sin duda complicadas. El amor es supongo el grado máximo de complejidad que este tipo de relaciones puede llegar a alcanzar, pero antes de llegar al amor, hay que pasar necesariamente por muchas fases y estados. Los sentimientos no perduran inalterables a lo largo del tiempo, bien al contrario, están en constante evolución dentro y fuera de nosotros mismos. Así , una tarde cualquiera, en la que las revelaciones sobre la auténtica realidad de la persona a la que creías amar te son puestas sobre la mesa en un arrebato de sinceridad incomprensible, te sorprendes tranquila , serena, inalterable, casi con una frialdad que no alcanzas a reconocer en ti. Porque los sentimientos son caprichosos, y tal como aparecen, de sopresa y arrollándonos con su fuerzs, pues lo mismo desaparacen, sin más, dejando tras de si una tristeza meláncolica que se parece mucho a los posos que deja el café en el fondo de una taza vacía.
A veces prefiero la pasión desgarradora que me lleva al séptimo cielo para dejarme luego caer en el más profundo de los abismos, eses amores intensos que nos hacen excitarnos, llorar , perder la cabeza o mover montañas si hace falta para llevarlos adelante. Si, creo que es preferible a la sensación de nostalgia grisácea que deja un sentimiento que se va apagando poco a poco. Se puede luchar por él, continuar con las rutinas de siempre fingiendo que todo sigue igual, pero en el fondo, sabemos que tan sólo estamos removiendo las cenizas de un fuego antiguo que no volverá a repetirse. Lo malo de esta nostalgia, de estas despedidas no pronunciadas , pero que son palpables en el ambiente , en la intimidad que se crea entre dos amantes que se lo han dado todo y que ya no tienen nada más que dar, lo malo es que ya no queda nada que decir. Sólo un silencio envuelto de pasado, amargo ,que parece que nos ahoga. No hay nada más que decir, ni nada que hacer, porque las miradas ya no cuentan con su brillo que tu cuerpo es el más dulce del mundo, que tu piel es el único territorio que importa, que las paredes de una habitación son todo el universo que se necesita. Silencio. Y cada uno de los amantes póstumos, mira atrás, y rebusca en el laberinto de su memoria todos los gestos, las palabras, los momentos que del otro tanto llegaron a emocionarle. Todos los momentos felices, y los que no lo fueron tanto, pero el amor era más fuerte que cualquier tormenta. Y se esfuerza en reencontrar en ese laberinto el sentimiento que se perdió. ¿Dónde se perdió? ¿Por qué? Pero ya no está.
De pronto una mañana te sorprendes sonriente frente al espejo, arreglándote el pelo o pintándote los ojos al tiempo que tarareas una canción. Hoy vas a ver a ese chico que conociste las semana pasada, estás segura, se hará el encotradizo, y probablemente te invite a una copa. Es mono, parece interesante...En fin, no hay que precipitarse, tienes toda la vida por delante para conocerle.

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