Las cosas no pueden ir peor, o si, no se . En todo caso hoy no puedo imaginar un infierno distinto de este en el que me encuentro .Lloro y mis lágrimas no me salvan, al contrario, me hunden más y más en esta pena espesa que sólo me lleva a su nombre. Marco una y otra vez su número de teléfono, aún sabiendo que al otro lado sólo escucharé la voz amable de su buzón de voz, que me recuerda que su teléfono está apagado. Apagado. Lleva así tres días, los que yo llevo llamando insistentemente, cada dos o tres horas, sin esperanza. Y sin embargo no puedo dejar de marcar su número una y otra vez, y dejarle mis lágrimas en forma de mensaje, ya no me salen las palabras.
Me estoy volviendo loca. Loca porque estoy en el final de una historia que ya es pasado en la memoria de todos los que me conocen. Tan sólo yo me resisto a los hechos. Me aferro a ese buzón de voz como si todavía algo fuese posible.
Pero en realidad lo se. Hace ya algún tiempo que él comenzó a formar parte de mi pasado. No tuvimos una despedida formal, en parte porque fui yo la que siempre quiso evitar ese momento. No soporto los adioses y estoy segura de que despedirme de él sería para mi mucho más que insoportable. Pero ahora, en este preciso instante agradecería recordar cada una de las palabras de esa despedida que no llegó a producirse nunca entre nosotros. Me regodearía en ese dolor intenso, y me dejaría caer sobre el sofá con la garganta encogida y el alma rota, esperando otra cosa que no fuese una llamada suya.
Esta es la historia de un final, corriente, como todos los finales del mundo. Les sucede a todos, tarde o temprano la vida te coloca en el lugar del abandonado, del despojado de su amor y casi de su dignidad en el mismo gesto. Y los recuerdos se mezclan con rabia, con pena, con una esperanza absurda que lo retrasa todo.
Hoy es mi cumpleaños.
Me estoy volviendo loca. Loca porque estoy en el final de una historia que ya es pasado en la memoria de todos los que me conocen. Tan sólo yo me resisto a los hechos. Me aferro a ese buzón de voz como si todavía algo fuese posible.
Pero en realidad lo se. Hace ya algún tiempo que él comenzó a formar parte de mi pasado. No tuvimos una despedida formal, en parte porque fui yo la que siempre quiso evitar ese momento. No soporto los adioses y estoy segura de que despedirme de él sería para mi mucho más que insoportable. Pero ahora, en este preciso instante agradecería recordar cada una de las palabras de esa despedida que no llegó a producirse nunca entre nosotros. Me regodearía en ese dolor intenso, y me dejaría caer sobre el sofá con la garganta encogida y el alma rota, esperando otra cosa que no fuese una llamada suya.
Esta es la historia de un final, corriente, como todos los finales del mundo. Les sucede a todos, tarde o temprano la vida te coloca en el lugar del abandonado, del despojado de su amor y casi de su dignidad en el mismo gesto. Y los recuerdos se mezclan con rabia, con pena, con una esperanza absurda que lo retrasa todo.
Hoy es mi cumpleaños.
1 comentario:
¿Sabes? Con el paso del tiempo me doy cuenta de que te quiero sobre todo por tu capacidad para afrontar serenamente las cosas, esa calma, ese desprecio hacia el dramatismo y la exageración. Leyendo tu post te imagino tranquila... sosegada, en fin, tal y como eres jajajaja
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