Un día me desperté y tomé plena conciencia de que ya no estaba enamorada de nadie, de que todos los hombres que habían pasado por mi vida dejando cicatrices se habían convertido en pura niebla lejana y que ya apenas recordaba sus nombres. Siempre me entregué al amor con una pasión desenfrenada, y me involucré en rollos de una noche o de una semana como otros se involucran en relaciones de cien años. Siempre las rupturas -aunque lo que se rompiese fuese un flirteo de un par de fines de semana- me dejaron una conjoga insoportable y densa en el alma, que me hacía lloriquear durante días o incluso semanas frente a unas cervezas en compañía de mis mejores amigos. De esta manera me gané el apodo de Scarlett y algún que otro reproche sobre mis constantes dramas amorosos. Lo bueno de esto es que el malestar se pasa pronto, y el corazón se recupera enseguida para la próxima batalla. Creo que una o dos veces estuve realmente enamorada ,y ahí sí que me dejé la piel y parte de mi esencia, no tanto en las relaciones en sí, como en el después, ese camino atroz en el que se convierte el obligado olvido. Pero como decía, un día de pronto no sentí nada, ni dolor, ni nostalgia, ni tristeza. Nada.
Al escuchar esta canción vagamente se me viene a la memoria algún momento de hace años, en el que sentada en mi sofá lloraba de emoción entre los brazos de un hombre al que estoy segura de que amé mucho. Recuerdo que le amé, pero por más que lo intento no puedo recordar cómo era aquella sensación. No se puede recordar el amor.
Ahora me entretengo disfrutando de esta sensación de libertad absoluta. Nadie en mi móvil haciendo tambalearse el mundo, nadie sujetando mi vida con su existencia. Y es de agradecer este tiempo para mi sola, para tontear y jugar al amor por los rincones sin poner demasiada seriedad ni en mis caricias ni en mis besos. Un juego de amor que termina cuando y como quiero. No me importa si suena o no el teléfono, si volveré o no a verle, si me habrá mentido o me habrá dicho la verdad...Tan solo me importa el preciso instante en que comparto con otro mi intimidad, y la conversación fluye con besos por el medio, y todo acaba confundiéndose un poco bajo el calor del verano.
Tengo la seguridad, no obstante, que si tuviese que enamorarme lo haría de una manera conciente y casi planificada. El día que ese hombre se acerque lentamente con una sentencia de divorcio entre las manos, supongo que me volveré del revés y mi corazón será suyo para siempre. ¿ Será por eso que nadie llega por ahora a tocarme ni un poquito el corazón?
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