15 septiembre, 2010

El final del verano

El verano se acaba, es un hecho, ahora sí. Apenas unos días y comenzará oficialmente el otoño en el calendario y en nuestros corazones. Toca hacer balance, o no, pero a veces se hace inevitable caer en la cursilería de estos quehaceres insoportables y del todo contraproducentes. Balance. ¿ De qué? ¿ De unos meses más de nuestra vida que han transcurrido bajo un sol abrasador y que han pretendido cambiar nuestra conducta sin que nos demos cuenta? Pues no, era todo irreal. Siempre fuimos nosotros mismos. A pesar del calor sofocante de la tarde, de las noches cálidas con las plazas llenas, de la salitre en la piel, de la esperanza de nuesvas posibilidades de conquista, de la ausencia efímera de soledad...El verano no nos ha cambiado. Y no nos cambiará el otoño con su caída de hojas y su vuelta a la rutina y su cambio de programación televisiva. Ni siquiera nos cambiará la vuelta de Gran Hermano ni los escaparates de Pórtico en octubre sembrados de papanoeles y bolas de navidad.
Entonces, si nada ha pasado, si nada va a cambiar, ¿por qué me siento tan abatida? ¿por qué casi no puedo respirar?
Hice un trato con una amiga, una especie de promesa ridícula o de juego, no sé muy bien cómo definirlo. El caso es que en octubre nos propusimos una meta. Octubre entonces era un futuro casi lejano y por delante teníamos aún muchas andanzas que sobrellevar con dignidad y destreza. Pero ahora octubre es un futuro inmediato, un mañana que está ahí, acechante como un monstruo. Un tic tac de reloj dentro de nuestras cabezas marcando incesante que la fecha se acerca, que ya no queda mucho tiempo para cumplir los planes. Un plan es un plan , debe llevarse a cabo, de lo contrario sería como perder la fe en nosotras mismas, como no tomarnos en serio.
Pues no lo veo. No. Estamos a dieciseis de septiembre , con el verano a cuestas y el balance por hacer y no consigo ver la conclusión real de ese futuro programado.
El balance. Volvamos al balance, sí, un poquito de masoquismo:
...uno, dos, tres, cuatro...
mi piel morena
delgadez extrema (aún no acabo de decidir si me gusta o no me gusta)
buenas lecturas
calamares, calamares, calamares
cascabelitos en el pie
la vida sobre ruedas sin rodilleras poquito a poco hasta llegar a más con pantaloncitos cortos para la ocasión
sal en la piel
conjuntivitis
besos que se perdieron entre el bullicio de la gente, que no debieron ser
besos que deberían de haber sido y que no fueron, que nunca serán seguramente
la final de un mundial
nostalgias, terribles nostalgias de las que quiero huír...esos malditos siempre buscando un hueco en mi cabeza
errores : ...uno, dos, tres, cuatro...
y la vez aquella que me subí a la noria, o cuando vi a Mariano en la playa de Silgar, o cuando esperé una hora en un bar por un desayuno y me tuve que marchar sin que ni siquiera me dijese hola un camarero, o cuando comí con un montón de alcaldes, la vez aquella en la que me fui de camping sin ropa y tuve que vestirme en el mercadillo...y cuando recibí aquel sms que tanto me gustó...
y Moscavide en la memoria
sin saber muy bien qué hacer
equivocándome
la plaza de la Verdura
y la casa llena de arena, y de toallas de playa sucias y olor a crema bronceadora como si fuese un apartamento de veraneo
cervezas frías
amores imposibles
idas y venidas
esperanzas encasilladas
amigos
decepciones
caipirinhas (las que hace mi cuñado las mejores)
secretos, intrigas...
bobadas
reproches
mentiras
poemas
lacontraportadadeldiariodepontevedracadadomingo
...

No hay comentarios: