09 agosto, 2013

Jo, qué pena todo. El verano se me echó encima, ya casi se termina, y yo sigo siendo tan infeliz como cuando aparecieron los primeros rayos de sol. Esto podría haber sido toda una aventura, el amor, con sus viajes y sus cañitas a medias en la playa...No se muy bien lo que esperaba de este verano, pero se jodió por el camino, sin lugar a dudas. Y en lugar de la felicidad, me encontré llena de tristezas, llena de nostalgias, llena de reproches...Llena de cosas malas que me hacen más mala, que me vuelven horrible y me ponen la piel que da asco. Ya no hablo de política, ni leo los periódicos, ni escribo emails largos, ni me paseo de cuando en cuando por este blog. Estoy algo marchita, y no encuentro remedio. Por días la tristeza va cambiando de forma, pero no se va. Sólo se transforma,sí. Y a veces es azul, y otras es tan sólo gris plata. O rojiza. Hoy ...hoy hace sol y la angustia ronronea sobre mi estómago. Me hace vivir sin planes, sin ganas, contemplando la vida desde el aburrimiento como si se tratase de un balcón que da a una plaza enorme.

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